El kéfir, catalogado como un alimento “saludable” del siglo XXI, es un alimento probiótico que contiene muchos compuestos bioactivos, incluyendo hasta 30 cepas de bacterias buenas. Esta bebida envasada con nutrientes y probióticos no solo se ha relacionado con una serie de beneficios de kéfir, sino que también puede ser la clave para mejorar muchos problemas de salud relacionados con la salud digestiva y la función inmunológica.
¿Pero que son estos gránulos de un fermento vivo que “hacen magia” en nuestro intestino? Conoce las bondades del kéfir, el alimento mileneario.
El kéfir, como mencionamos antes, es un probiótico, significa que entre sus funciones está la de regenerar la flora intestinal y estimular las defensas naturales del organismo. Es desintoxicante y antiséptico. Se consume como bebida fermentada en el cual actúan microorganismos vivos, gasificada naturalmente y tiene un mínimo porcentaje de alcohol (cerca de 1%). Entre éstos últimos predominan las levaduras y las bacterias como los lactobacilos.
La palabra kéfir deriva de la palabra turca “keif” que significa “sabor agradable o “agradable sensación” o “sentirse bien”, para referirse a la agradable sensación que deja el consumo de este fermento.
Originalmente, esta bebida, propia de los pueblos del Cáucaso, se obtenía al fermentar leche vacuna con unos nódulos específicos.
Existen 2 tipos de kéfir: de leche y de agua. Los dos tipos son el mismo Kéfir, con la misma microflora, pero adaptados a medios distintos, por tantos los beneficios que nos aportan son los mismos.
Particularmente el kéfir de leche fermenta la leche mediante una reacción lacto-alcohólica, y por tanto anaeróbica; la lactosa de la leche se transforma en ácido láctico y se produce anhídrido carbónico y alcohol.
El kéfir de agua está hecho con nódulos llamados tíbicos, un cultivo de bacterias benéficas y levaduras capaces de generar distintas especies de pre y probióticos sin necesidad de lácteos o productos de origen animal.
Esta bebida actúa como desintoxicante natural y es un aliado en fortalecer el sistema nervioso y digestivo. Gracias a las distintas bacterias benéficas que contiene, también es capaz de mejorar el sistema inmune.
Comprar kéfir es algo que se encuentra fuera de la filosofía del producto, aunque hay algunos emprendedores que comercializan el líquido en algunas dietéticas, el primer mandamiento del ritual dice que los nódulos no se compran ni se venden: se regalan y, por eso, quien desee preparar kéfir debe conseguir un donante. En Facebook existe “Kéfir en Argentina-Red de Donantes”, una página con casi 20.000 miembros donde se socializa información, se responden dudas y, además, se ofrecen dadores según zonas geográficas.
BENEFICIOS DEL KEFIR
– Promueve huesos fuertes: el calcio es un componente muy importante en nuestro crecimiento óseo. El kéfir es un producto muy alto en calcio, y por eso ayuda a garantizar la cantidad diaria necesaria de este elemento.
– Es una buena fuente de lácteos para personas con intolerancia a la lactosa: el kéfir puede ser una valiosa adición a la dieta de estas personas que no pueden consumir productos lácteos. De todos modos, lo ideal es consultarlo con un médico antes de comenzar a consumirlo.
– Tiene un alto poder desintoxicante: por eso resulta una herramienta ideal para depurar el organismo.
– Ayuda a promover la buena salud intestinal: el kéfir tiene un mayor contenido de probióticos que el yogur, por lo que si se está buscando un impulso natural para la flora interna, esta puede ser la oportunidad. Las bacterias buenas del kéfir expulsan a las bacterias malas que pueden causar dolencias y afecciones intestinales dolorosas e incómodas.
– Podría bajar los niveles de colesterol: por tener un alto nivel de calcio, protege contra los factores de riesgo de enfermedades cardiovasculares, como los altos niveles de colesterol malo.
– Es un alimento rico en nutrientes: una de las propiedades más importantes del kéfir es que posee algunos nutrientes importantes, tales como el calcio y el potasio.
Puede ayudar con la regulación del azúcar en la sangre: se ha demostrado que el kéfir regula los niveles circulantes de azúcar en la sangre. Es un producto amigable para los diabéticos porque en general es útil para regular el azúcar en la sangre.
– Contribuye a la eliminación de toxinas del organismo: esta propiedad lo convierte en una gran ayuda para las personas que padecen problemas dermatológicos.
– Ayuda a prevenir las enfermedades cardiovasculares: dado que la hipertensión es uno de los factores de riesgo cardíaco, un nuevo estudio confirmó que el consumo de kéfir cuida el corazón.
– Menor riesgo de desarrollar diabetes y obesidad: es una de los principales beneficios asociados al consumo de kéfir.
¿Cómo hacer kéfir de agua?
1) Colocar 3 cucharadas soperas de nódulos en una botella o frasco de vidrio limpio y seco.
2) Agregar azúcar mascabo (cerca de tres cucharadas).
3) Cubrirlos con un litro de agua que no sea clorada ni contenga flúor, que sea lo más pura posible.
4) Se puede agregar un puñado de frutas secas para saborizar y para ayudar al proceso. (pasas de uva, higos o dátiles).
5) Agregar medio limón bien limpio.
6) Dejar un espacio de 1/3 en el recipiente para que se produzca la fermentación.
7) Cubrir con un paño entramado que deje espacio para la entrada de aire.
8) Dejar 24 a 36 hs. a temperatura ambiente (entre 23º y 26º). Es preferible que esté en la oscuridad, o al menos que no le dé el sol directo.
9) Colar y consumir el agua resultante.
10) Repetir el proceso con los nódulos limpios.
¡Muy importante! El kéfir no debe entrar en contacto con recipientes, cucharas o coladores metálicos, de aluminio o cobre, para no contaminarlos. Usar plástico o madera.
Si no se va a preparar por un tiempo, se puede guardar en la heladera. Hasta una semana en agua pura y con azúcar se mantiene bien, aunque después se vuelva muy ácido para tomarlo. Para volver a hacerlo, es preferible tirar el agua y volver a preparar. Para guardarlo por más de una semana conviene colocar los nódulos, previamente secados en un plato y cubiertos con una servilleta de papel, en una bolsa de plástico cerrada y dejarlos en el freezer.
Así descansan ahora mis nódulos de kéfir, congelados hasta nuevo aviso. Por distintas razones dejé de tomarlos y quedaron ahí, en un rincón de la heladera. Espero que cuando los descongele, sigan vivos y no me reclamen el abandono con sus ojitos acusadores.
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