Darle una segunda oportunidad a la ropa es primordial si se quiere reducir la contaminación, la mayoría de prendas se desechan sin siquiera estrenarse.
Una de las industrias más contaminantes a nivel mundial es la de la moda, no sólo por las excesivas emisiones de carbono y los millones de toneladas de agua que se lleva anualmente, sino porque es de los productos que más se desechan incluso sin siquiera haberse usado. Dar una segunda oportunidad a la ropa es primordial para reducir la contaminación.
La misma Organización de las Naciones Unidas ha advertido en diversas ocasiones sobre los daños de la industria textil que es responsable del 20% de las aguas residuales en todo al mundo. Además, contribuye con el 10% total de todas las emisiones de carbono que se emiten anualmente a nivel global.
Industria textil: una de las más dañinas
Dirigir la mirada hacia las malas prácticas del consumismo excesivo de ropa de moda rápida y de bajo costo, es imperante si se quiere reconciliar nuestra relación con el medio ambiente. “Parece que el deseo de consumo es infinito mientras que la realidad es que vivimos en un planeta que ya está alcanzando sus límites. Se están deteriorando los recursos naturales, además de consumir los de las próximas generaciones”, dijo David Sébastien Monachon, líder del Consumo Sustentable en la Coordinación Universitaria para la Sustentabilidad (COUS) de la UNAM.
Cuidar del medio ambiente no sólo implica la reducción del consumo de plásticos o el decrecimiento de la basura generada. También involucra el consumo responsable sobre todo de la industria de la moda, que es una de las más dañinas para el planeta. Según Greenpeace, la producción de ropa es responsable de aproximadamente 500 mil toneladas de microplásticos que ingresan en los océanos cada año. Además, se estima que el 73% del total de producción de prendas de un año, terminan en basureros o siendo incineradas.
Un basurero de ropa nueva
Un claro ejemplo es el basurero ilegal del desierto de Atacama en Chile. Sitio que alberga clandestinamente al menos cien mil toneladas de ropa low cost elaborada con telas sintéticas de bajo costo y de alta contaminación. Las cantidades colosales de ropa que se deposita en uno de los ecosistemas más importantes del mundo, ni siquiera se estrenó y todavía conservan su etiqueta. Una muestra clara de la sobreproducción y el consumo desmedido que aqueja a las sociedades posmodernas.
En su mayoría, las prendas que terminan en Atacama provienen de la ciudad portuaria de Iquique, una región de Chile donde los productos no pagan impuestos. Los ciudadanos de aquella región asisten a Iquique para comprar prendas a bajo costo y de procedencia internacional. Toneladas de ropa que llegan desde Estados Unidos, Canadá y Asia, se filtran entre los compradores que eligen las más adecuadas para su uso. Sin embargo, al menos 39 mil toneladas de ropa terminan en el desierto y ahora forman uno de los basureros más grandes del mundo.
Darle una segunda oportunidad a la ropa y dejar de lado la idea del consumismo desmedido también es una forma de comprometerse con el medio ambiente. Pues pese a que diversas marcas se excusan bajo el sello ‘verde’ u ‘ecológico’, en la mayoría de los casos estos estatutos no se cumplen. Después de todo hay que recordar que la función primordial de la industria textil es la de protegernos ante la intemperie.
fuente: Ecoosfera.com
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