Día Mundial del Reciclado

Día Mundial del Reciclaje. El día 17 de mayo se celebra el Día Mundial del Reciclaje con el objetivo de concienciar a la sociedad acerca de la importancia que tiene tratar los desechos como corresponden, para no contribuir al cambio climático, y así proteger el medio ambiente.

Esta es una gran oportunidad para recordar la estrategia de Reducir, Reutilizar y Reciclar, que busca reorientar el comportamiento de todos los ciudadanos con vista a mejorar el gran flagelo urbano del Siglo XXI, la BASURA.

El reciclaje es un proceso cuyo objetivo es convertir “desechos” en nuevos productos o en materia para su posterior utilización. También se podría definir como la obtención de materias primas a partir de desechos, introduciéndolos de nuevo en el ciclo de vida.

El símbolo original del reciclaje se creó en 1970, en un concurso de diseño entre estudiantes estadounidenses, organizado por la Container Corporation of America como parte del primer Día de la Tierra. El ganador fue Gary Anderson, un estudiante de último curso de la Universidad de California del Sur, en Los Ángeles. El símbolo es un círculo de Möbius y cada una de sus tres flechas representa uno de los pasos del proceso de reciclaje: recogida de materiales para reciclar, el proceso mismo del reciclaje y la compra de estos productos reciclados, de manera que el sistema continúa una y otra vez. Anderson se basó en su diseño en la banda descubierta en 1858 por el matemático y astrónomo alemán August Ferdinand Möbius (1790-1868).

¿Cómo combatir desde casa este problema? Con las 3R ecológicas. Tres gestos tan sencillos como necesarios.

Reducir. Esta acción implica disminuir el consumo de productos y embalajes. Debemos adquirir sólo lo que vayamos a consumir y tener una conciencia ecológica a la hora de llenar la cesta de la compra. No comprar productos de plástico (por ejemplo, cubiertos y platos de plástico), y evitar alimentos con muchos embalajes (por ejemplo la fruta, mejor a granel que en paquetes) son dos buenos comienzos. Reducir la compra innecesaria de productos disminuye directamente la cantidad de residuos que generamos, y con ello nuestra huella ecológica.

Reutilizar. Debemos pensar siempre en dar una nueva vida útil a las cosas que ya no nos sirven para su uso original antes de tirarlas a la basura. Podemos reutilizar botellas de plástico para crear adornos, cajas de cartón para hacer manualidades, maderas viejas para fabricar muebles, ropa vieja para crear colchas patchwork, etc. En internet hay muchos tutoriales de cómo hacerlo. Sólo hay que echarle ganas e imaginación. Además de conseguir nuevos productos, ayudamos al medio ambiente y nos ahorramos una buena cantidad de dinero.

Reciclar. La gran mayoría de materiales que utilizamos pueden reciclarse. El vidrio, por ejemplo, puede reciclarse hasta 40 veces. También pueden reciclarse el papel, el cartón, los plásticos, los envases y los desechos orgánicos, entre otros. Cada hogar debería seleccionar y separar los desechos para después depositarlos en los contenedores de reciclaje y puntos limpios correspondientes. Los ciudadanos son el comienzo de una cadena de reciclaje que fabricará nuevos productos a partir de residuos. Sus ventajas son varias: evitamos el impacto ambiental que supone la eliminación de residuos y ayudamos a salvaguardar los recursos natural que se utilizarían para nuevos productos. Por ejemplo, la reutilización de una tonelada de papel salva la vida de 17 árboles. Reciclar es responsabilidad de todos.


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