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Las mujeres caribeñas se valen por sí mismas protegiendo sus cultivos con tecnologías verdes

Gracias a diversos talleres, varias agricultoras de Barbados, Granada y Jamaica aprenden técnicas agrícolas más sostenibles con el fin de afianzar sus medios de vida.

Las agricultoras del Caribe buscan medios más sostenibles de producción agrícola, ya que suelen depender totalmente de las lluvias para el riego y verse obligadas a combatir sequías cada vez más largas e intensas tormentas durante la época de lluvias.

Con el apoyo de ONU Mujeres, el Centro de Desarrollo de Políticas del Caribe (CPDC) ha liderado un proyecto centrado en el papel que desempeñan las agricultoras en el desarrollo sostenible del Caribe. Implementado en Barbados, Granada y Jamaica, el proyecto tiene por objetivo reducir la falta de acceso de las mujeres a los recursos.

Sus cultivos son patatas irlandesas, setas orgánicas, fresas, hortalizas y otras frutas para la producción de zumos, salsas de pimienta y frutos secos. Las mujeres venden sus productos en los mercados locales de sus comunidades y a los turistas.

“Una vez empecé a cultivar setas, fui capaz de mantener a mi familia. De momento, vendo principalmente a hoteles”, afirma Theresia Msacky, de 52 años de edad, de Granada.

Para muchas mujeres, la agricultura es su único ingreso, especialmente si todavía tienen hijas e hijos en edad escolar.

Con talleres sobre la evolución de la economía verde —un enfoque que dará como resultado un mayor bienestar humano y menores desigualdades sin exponer a las generaciones futuras a riesgos ambientales y escaseces ecológicas importantes— las mujeres aprenden a usar métodos agrícolas más sostenibles como forma más estable y fiable de ganarse el sustento.

Theresia afirmó que en los talleres aprendió sobre el valor y la importancia de proteger el medio ambiente para mantener su medio de vida. También aprendió sobre la conservación del agua y la recolección de agua de lluvia.

“Aprendimos la importancia de la rotación de cultivos”, explica, “que consiste en no plantar un área entera con un solo cultivo sino rotar la producción… y utilizar materiales naturales que se encuentran en el medio ambiente para conservar la humedad y aumentar la fertilidad del suelo. Ahora también utilizo barreras naturales como el limoncillo para erradicar las plagas”.

En St. Mary, parroquia del nordeste de Jamaica, la Jeffrey Town Farmers’ Association, que cuenta con 40 miembros, la mitad de ellos mujeres, utiliza energías renovables para tener en marcha una emisora de radio. Esta emisora difunde información sobre prácticas de agricultura sostenible a una comunidad montañosa de 3.000 personas.

Romae Ormsby, una de las administradoras, explicó que pudieron compartir experiencias sobre cómo luchar contra el deslizamiento de tierras. Agregó que el taller del CPDC también impartió valiosos conocimientos sobre cómo aumentar la producción de la fresa mediante el cultivo en invernadero. Actualmente, las mujeres también producen y venden dulces a base de coco.

“Estamos tratando de conseguir unas instalaciones más grandes; queremos aumentar la producción”, afirma Romae. “También estamos intentando producir harina a partir del árbol del pan [un árbol frutal tropical] para que las mujeres puedan alimentar a sus hijas e hijos y realizarse. Además, puede ser una fuente de empleo”.

Gracias a un proyecto independiente de ONU Mujeres para el apoyo de una organización no gubernamental, The Competitiveness Company, en la comunidad de Guys Hill, en la parroquia de Saint Catherine de Jamaica, 18 mujeres han conseguido acceso al riego. También se las capacitó en el uso de tecnologías para mejorar la irrigación y otras estrategias de gestión del agua. Con patrones de precipitación que limitan las temporadas de cultivo y terrenos ubicados en laderas empinadas, las agricultoras pueden mitigar mejor los efectos de inundaciones, la erosión de la tierra y del deslizamiento de tierras, y utilizan las mejores prácticas agrícolas para su entorno.

“Los debates y el intercambio de experiencias (durante la capacitación del CPDC) otorgaron validez al trabajo de las mujeres”, explica Hilda Vaughn, una de las responsables de The Competitiveness Company que colabora con el colectivo de 18 mujeres de Guys Hill. “Esto demostró ante los demás lo que pueden lograr mujeres como ellas gracias al uso de nuevas tecnologías, como los invernaderos, la energía solar y la recolección de agua”. Asimismo, se recordó a las mujeres el valor de los métodos tradicionales de la agricultura, como el cultivo intercalado mediante cultivos que repelen a los insectos en combinación con cultivos económicos para reducir el costo de pesticidas.

“En el Caribe, las mujeres jóvenes superan a los jóvenes varones en cuanto a educación secundaria y universitaria. Sin embargo, cuando se trata de la participación activa en el mercado laboral o del empoderamiento económico, las mujeres tienen más probabilidades de sufrir desempleo, subempleo o pobreza”, afirma Christine Arab, representante de ONU Mujeres para la región del Caribe. “A través del apoyo a ONG locales a fin de reducir la brecha de género en las áreas de educación agrícola, la inversión en infraestructuras y un mayor conocimiento sobre las leyes y los servicios que promueven la seguridad de las mujeres en el hogar y los espacios públicos, ONU Mujeres cree que se garantizarán los medios de vida de las mujeres, potenciando así la resiliencia de las comunidades locales ante los retos económicos a los que se enfrenta el Caribe”.


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